La captura Jesús Santrich, integrante del Secretariado y miembro del equipo negociador de las Farc en La Habana, por presuntamente estar vinculado con actividades de narcotráfico, es el mayor reto que tiene la negociación de paz con ese antiguo grupo guerrillero.
Según la Fiscalía General, Santrich y otras nueve personas, vinculadas también a la extinta organización subversiva, habrían participado en tráfico de narcóticos entre Junio de 2017 y Abril de 2018.
Es decir, Santrich habría delinquido después de la firma de los acuerdos de La Habana y por consiguiente perdería todos los beneficios contemplados en la negociación.
Por tal razón debería ser juzgado por la justicia ordinaria y no por la Jurisdicción Especial de Paz (JEP). De ser así, Santrich podría ser extraditado hacia los Estados Unidos, como lo solicitan las autoridades judiciales de ese país.
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El presidente Juan Manuel Santos se mostró dispuesto a cumplir con la solicitud estadounidense, si se comprueba que, en efecto, Santrich delinquió después de la firma de los acuerdos.
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Hay que decir que los acuerdos de paz no están en peligro por cuenta de la captura de Santrich. Es el ex jefe guerrillero quien debe explicar sus presuntas actividades narcotraficantes, como sostienen la Fiscalía y la DEA.
De comprobarse que en efecto delinquió, entonces deberá responder ante los Estados Unidos por su actuación criminal.
No habría aquí ningún incumplimiento a los acuerdos por parte del Gobierno colombiano, como dicen voceros de las Farc.
Lo que quedaría en evidencia serían los estrechos vínculos de las Farc con el narcotráfico, como tantas veces se denunció. Eso sí es lo grave.
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Pero no para el proceso de paz, sino para los jefes de las Farc, quienes tendrían que responder ante Estados Unidos por sus actos.