Pedro de la Torre es un barranquillero que recientemente fue nombrado como investigador permanente en laUniversidad de Harvard y el Massachusetts Eye and Ear, donde está vinculado a una investigación multidisciplinaria, es encargado del diseño y desarrollo de una terapia génica para tratar la sordera y la ceguera hereditaria en la Escuela de Medicina de Harvard.
Él es un joven químico, egresado de la Universidad del Atlántico, a quien su interés por la ciencia le abrió las puertas en las mejores universidades de Latinoamérica para estudiar sus posgrados hasta vincularse en Estados Unidos a un grupo de investigación que buscaba desarrollar fármacos para atender secuelas de enfermedades neurológicas.
Fue así como se postuló a un proceso en la Universidad de Harvard, que culminó hace poco con su vinculación como investigador de planta
Específicamente hago parte del departamento de otorrinolaringología de la Escuela de Medicina de Harvard, a través de un hospital filial de ojos y oídos de Massachusetts. Es fácilmente el hospital número uno en el mundo en cirugía de cuello y cabeza. Allí utilizamos modelos animales para nuestros experimentos
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Su interés por el campo farmacéutico inició desde niño, cuando pasaba por las calles del municipio de Juan de Acosta (Atlántico), y conocía las historias de decenas de personas que padecían la enfermedad de Huntington, la cual genera el desgaste de algunas células nerviosas del cerebro. Esto le despertó la curiosidad sobre encontrar el modo de mejorarles las condiciones de vida.
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Fue así como aterrizó en el campo genético, pues este trastorno es transmitido por un gen.
De este modo, una decisión lo llevó a la otra, aterrizando así en el departamento de Química y Bioquímica de la Universidad Estatal de Ohio, donde cursó su primer postdoctorado.
Posteriormente fue reclutado por la Universidad de Harvard en septiembre de 2019 para que cursara un segundo postdoctorado, donde siguió avanzando su investigación en el campo fármaco hasta ser promovido en septiembre de 2021 al grado de investigador científico permanente.
Él destaca que su proyección nunca declinó, a pesar de las dificultades que enfrentó desde niño para acceder a la educación, como cuando duraba horas a bordo de un bus para ir a la escuela rural de Hibácharo, donde cursaba sus primeros grados de escolaridad, o cuando “comía arroz de payaso” a las afueras de la Universidad del Atlántico para resistir largas jornadas de estudio.
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A pesar de las barreras que encontraba en el campo nacional, sus oportunidades se dieron a partir del apoyo que encontró en programas educativos y becas en el extranjero.
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“En Colombia existe una gran barrera que he definido como inequidad científica, y es que hay muchos investigadores en el centro del país, pero muy pocos en la periferia. Eso es algo que nos afecta”, afirma Pedro.
Asegura que en los pasillos de Harvard se encuentra con frecuencia estudiantes colombianos, “por los menos unos 100 o 200”, pero que, como docentes o investigadores, aún no se ha topado con el primero. Su consejo a los más jóvenes es el de tener paciencia, entender que los proyectos importantes toman tiempo y que con perseverancia todo es posible.
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