Como un deportista para triunfar en Europa, así vio el entrenador Henry Peralta Valentierra a Rafael Santos Borré cuando llegó a sus 12 años a la cancha del barrio Nueva Granada en Barranquilla con la intención de conseguir un cupo en el Club Deportivo Neogranadinos.
“Vi todas esas cosas diferentes que él hacía en ese instante y las está haciendo ahora y le dije, no monito, tú eres diferente a todos. Cogía el balón, iba regateando y los terminaba en gol o en posibilidades de gol”, contó el entrenador.
Henry tuvo que traerlo de Valledupar donde vivía con su papá para que estudiara y entrenara al mismo tiempo en la capital del Atlántico. Los goles empezaron a llegar y aunque su notoriedad no le permitió ingresar al Junior de Barranquilla , empezó a escalar en escuelas del interior del país hasta debutar profesionalmente en el deportivo Cali.
“Siempre decía, enséñeme más profe, tengo hambre de gloria. Esas eran las frases que siempre repetía. Era un niño muy sencillo y que siempre jugada con una sonrisa en el rostro”, agregó Peralta.
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Deisy Mauri García, mamá del delantero, cuenta que en principio Rafael Santos estaba entusiasmado con ser arquero, pero luego se enamoró de los goles.
“Primero jugaba como arquero, admiraba a Óscar Córdoba y ya después se encontró con el gol, le empezó a apasionar hacer gol y se ponía a jugar con sus tíos en la puerta de la casa”, narró Deisy.
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Cuenta que su hijo siempre se mentalizó con llegar a ser un jugador muy destacado y este miércoles, poco antes de iniciar el histórico partido en el que marcó el gol de empate y el último penal para lograr junto a su equipo Eintracht, el título de campeón de la Europa League, lo primero que hizo fue llamarla para pedirle su bendición.
“Me llamó y le dije las palabras que siempre le digo, que asumiera el reto con tranquilidad, esa responsabilidad que se estaba tirando encima. Cuando vi el partido fue algo demasiado emotivo”, siguió contando.
Deisy recuerda que la mayoría de veces que su hijo llega a Barranquilla se refiere a sus inicios cuando era un niño de poca estatura y delgado corriendo detrás del balón y marcando goles en la chanca del barrio Nueva Granada en la capital del Atlántico.
Hoy, entre las pertenencias de la mamá de Rafael Santos Borré , reposa la camiseta que usó en su primer año con el equipo Neogranadinos. En su espalda llevaba el número 41.
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