Bautizada con el nombre Ana Julia, esta mujer (María Berenice) nació en Salamina, Caldas, el 14 de agosto de 1898, es hija de Antonio Jose Duque Botero y Ana Berenice Hencker Ritcher que tuvieron 18 hijos y 5 de ellos se consagraron al señor.
Desde su niñez despertó en ella el amor por la oración y la contemplación a Dios en la naturaleza, lo que a su vez, hizo que naciera la intención de querer ayudar a los demás.
Al cumplir los 15 años, sus padres la presentaron a la sociedad con el objetivo de que pudiera seguir la vida matrimonial. Sin embargo, ella se opuso y continuó su camino vocacional religioso hasta finalizar sus estudios básicos y secundarios.
En noviembre de 1917 ingresó al monasterio de la Orden de las Hermanas Dominicas de la Presentación en Bogotá, al año siguiente vistió el hábito religioso y asumió el nombre de hermana María Berenice, para comenzar a ejercer la profesión el 21 de noviembre de 1919.
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A partir de esa fecha, María Berenice se propuso ser mártir, misionera, hostia, vela encendida en la fe y consumida en la presencia divina, comenzando su camino por Medellín, Colombia y el mundo.
Se dedicó a trabajar buscando mejores condiciones de vida para las personas marginadas y más pobres de la sociedad, especialmente en Medellín, fortaleciendo la vida espiritual en cada lugar que visitaba.
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Llevó el evangelio a obreros textiles, trabajadoras sexuales y comunidades pobres del barrio Guayaquil, en Medellín, conocido por ser lugar de refugio de todo tipo de criminales de la ciudad.
Con la experiencia recogida en su trabajo humanitario, más su devoción y compromiso, la hermana Berenice se dedicó a promover la formación de jóvenes que querían consagrarse al señor como religiosas, pero las dificultades de la época como acoger chicas pobres, negras o hijas de padres no casados, por consejo del Arzobispo Monseñor Joaquín García Benítez, decidió fundar su primera congregación.
En 1943 fundó la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación. Las primeras mujeres que se unieron fueron casi todas negras e ignorantes, allí Berenice les enseñaba y fomentaba el amor por Dios.
Años después fundó la comunidad de Hermanas Misioneras de Jesús y de María, conformada por mujeres afrodescendientes, provenientes del pacifico colombiano. Por último, inició la fundación de los Misioneros de la Anunciación, una asociación masculina afiliada a la congregación de las Hermanitas de la Anunciación.
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Después de muchas experiencias, la obra de Berenice que hoy se conoce sigue vigente, además del milagro por el que intercede, le tocó atravesar el camino fuerte de la humildad, de la pobreza y enormes sacrificios y, aun así, siempre le preocuparon más las personas.
El 25 de julio de 1993 falleció tras sufrir una larga enfermedad que padecía desde tiempos atrás. En el funeral estuvieron muchos fieles laicos, religiosos y sacerdotes de todas partes de Medellín y Colombia. Su cuerpo reposa en la casa madre de la orden en Medellín y este fin de semana se llevará a cabo la ceremonia de beatificación en la Catedral Metropolitana de la ciudad de la ‘eterna primavera’.
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