Los grupos armados han trasladado la confrontación a las fincas campesinas al convertir los cambuches de los recolectores de café del Suroestre antioqueño en sitios de venta y consumo de drogas.
Según información que conoció BLU Radio, las organizaciones del narcotráfico obligan a los dueños de estos inmuebles a aceptar el ingreso de jíbaros para comercializar o guardar sus estupefacientes, pues muchos recolectores son consumidores.
Uno de estos trabajadores cafeteros aceptó contar sobre esta modalidad de los jíbaros en las fincas cafeteras.
Ellos tienen la modalidad de ir a surtir los cambuches por la tarde. La mayoría de recolectores, lastimosamente, son drogadictos y lo hacen para tener más rendimiento
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El recolector, que ha visto cómo ha aumentado el microtráfico en medio de las cosechas, sostuvo que los administradores de las fincas no pueden impedirlo.
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"Si por ejemplo, un administrador en una finca bien grande ve a un jíbaro que está surtiendo, qué va a decir si lo amenazan. Le toca dejarlo porque se ve maniatado", agregó.
La presencia de expendedores es un problema para los grupos rivales, por lo que han ingresado a ajusticiar a todos los que estén en esos alojamientos cafeteros. No en vano así han sido la mayoría de masacres en el Suroeste, como la ocurrida el 17 de febrero en Andes donde fueron asesinadas cinco personas.
El personero de ese municipio, Duván Graciano, sostuvo que la cuenca del San Juan, es decir Ciudad Bolívar, Andes, Betania, Jardín, Salgar e Hispania, es una zona estratégica donde las bandas criminales luchan a sangre y fuego.
"Principalmente porque también hay un interés sobre rutas internacionales del narcotráfico", según el representante de la agencia del Ministerio Público.
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Según Indepaz, en Antioquia han ocurrido cuatro masacres en lo que va de este año, dos de ellas en el Suroeste.
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