En medio de la polarización en Colombia, víctimas del conflicto y victimarios que ya pagaron condenas por sus crímenes trabajan de la mano en una empresa de cereales de Itagüí, sur del Valle de Aburrá.
Nueve años en prisión pasó Yeison Eduardo Jiménez, condenado por homicidio en persona protegida, lo que comúnmente se denomina falsos positivos.
Entre 2009 y 2018 pasó por las cárceles de Bellavista, La Dorada, Cómbita y un batallón militar del municipio de Bello, estuvo lejos de su familia y viviendo en circunstancias complicadas. En medio de los momentos de reflexión, y pese a los cursos que adelantó con el Sena para prepararse y ser productivo tras su regreso a la vida civil, su mayor temor era encontrarse con el rechazo de un país dividido y que, al parecer, no estaba preparado para el posconflicto.
Contrario a sus pesadillas, 15 días después de lograr su libertad, tras acogerse a la JEP en julio de este año, comenzó a trabajar en Nutrifuturo, una empresa de cereales de Itagüí, que según él, ha sido su salvación y le ha brindado una de las oportunidades más importantes de su vida. Él llegó allí por casualidad y, contra sus pronósticos, fue muy bien recibido por su jefe.
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“Yo quedé sorprendido porque él a mí me recibió como un hijo. Yo tengo unos proyectos, yo allá me proyecté y quiero estudiar. Allá hice unos procesos con el Sena, con la Gobernación de Boyacá, unos proyectos de teatro. Yo le comenté esto a él y me dijo: hágale Yeison, te voy a apoyar y vamos a sacar esos proyectos adelante”.
Quien no llegó por casualidad fue Juan Diego Ortiz, una víctima del conflicto de Envigado y que a sus cuatro años vio morir a su padre en manos de paramilitares.
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Este joven de 21 años ingresó a Nutrifuturo luego de que su dueño, con la historia de Yeison, se diera cuenta de que quienes han hecho parte del conflicto, sin importar de qué lado estén, necesitan más oportunidades.
Allí, además de estar haciendo realidad sus sueños poco a poco, ha entendido otra de las caras que vive el país como parte del conflicto.
“Él tiene una posición diferente a la mía. Pero nos acoplamos muy bien. Él me contó su historia y yo le conté la mía, entonces los dos nos ayudamos a solucionar y diferenciar los problemas: tanto él como un actor de víctima como yo, que tuve que ver lo de mi papá. Él le ayuda mucho a uno en eso”, expresa Juan Diego.
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En esta empresa de cereales, que ya tiene presencia con 200 tiendas en 36 ciudades, ha tenido 50% de empleados que han sido parte del conflicto armado en Colombia y espera seguir creciendo para brindar más oportunidades a esta población.
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