El misterio aún rodea el caso del sacerdote Javier Eduardo González Pertúz, quien murió el pasado 4 de febrero cuando se desplomó en la mesa de un bar de la zona rosa de La 70 en Medellín .
Este caso ha tenido giros constantes, pues inicialmente se creyó que se habría sido drogado con escopolamina para robarle, pero luego se conoció en un dictamen inicial de Medicina Legal que no fue identificada esta sustancia en su cuerpo y que la muerte sería natural.
Sin embargo, la Fiscalía ha recogido elementos que indicarían que sí sería un asesinato y así se lleva la línea de la investigación, por lo que se está a la espera a que, en máximo dos meses, se conozcan las conclusiones de un examen toxicológico más profundo para esclarecer este homicidio, según el director de Fiscalías de Medellín, Ricardo Romero.
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"No estamos trabajando como si fura algo aislado, estamos trabajando sobre la hipótesis de un posible homicidio pero dependemos netamente del dictamen toxicológico de Medicina Legal, que está en este momento en estudio", agregó el fiscal.
Por ahora, se tiene identificado a un hombre que se encontraba con el sacerdote en el bar y que se retiró con algunas de sus pertenencias cuando la víctima se desplomó en la mesa.
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