La vida de Aida cambió por completo luego de un enfrentamiento entre el Ejército Nacional y las Farc. En ese momento, cuenta ella, recobró su libertad.
Nació y creció en medio de la selva. Hija de guerrilleros. A su madre “le dieron de baja” hace dos años. De su padre, no sabe nada. En las Farc, Aida era la mano de derecha del comandante. También “hacía inteligencia a la Fuerza Pública y estudié enfermería".
No fue fácil llegar a la realidad. “Cuando salí a la vida civil me di cuenta de los errores que cometí”, dijo la joven que en sus primeros días fuera de la guerrilla le temía a los carros que veía rodar en las calle porque pensaba que la podían atropellar.
Aida narró que cuando cumplió 15 años le pidió de regalo a su padre “la libertad”, pero lo que recibió fue un arma nueva y dotación para seguir combatiendo en esos enfrentamientos en los que nunca dejó de pensar cómo iba a morir.
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A sus 17 años, en libertad, jugó por primera vez con una muñeca porque en las Farc "no nos dejaban jugar y debíamos limpiar las armas y hacer avanzadas", expresó Aida, quien hoy está vinculada a la empresa Panaca y trabaja como promotora.
Al final, la exguerrillera manifestó que apoya el acuerdo entre el Gobierno y las Farc pero que “no queremos una paz firmando sino con apoyo y oportunidades”.
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