A Jhony Barón se le quiebra la voz al recordar a su hijo, quien llevaba su mismo nombre, y cuya vida se apagó mientras el bus que lo llevaba a un encuentro dominical de la iglesia pentecostal empezó a arder en llamas.
"Es algo que duele mucho", dice él mientras recorre el cementerio Ángeles de Luz, donde fue enterrado su hijo, junto a varios de sus compañeros. Asegura que, dos años después de la tragedia, el Gobierno aún no aparece a cumplir lo que prometió.
"Nos prometieron ayudas con el Sena, universidad para los niños. Pero se tomaron la foto y chao", comenta Barón, quien aún recuerda el momento en el que vio el cuerpo de su hijo calcinado y lo tomó entre sus brazos para llevarlo a su casa, hasta donde dos horas después llegó un equipo del CTI a recoger el cadáver.
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Barón asegura que "todo está callado" y que solo los medios de comunicación los han escuchado, pues las promesas llovieron y se esfumaron rápidamente.
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"Nosotros no estamos pidiendo plata, sino lo que nos prometieron", comenta otro padre que visita la tumba de su hijo en el cementerio.
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Los padres esperan reunirse hoy nuevamente, en una cita en memoria de la tragedia que puso a llorar a Colombia. Un encuentro será en la mañana, en el colegio en el que estudiaban la mayoría de los niños, y el otro será en horas de la tarde en el lugar en el que se incineró el bus.
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"Mucha tristeza pensar que nos conocieron internacioalmente por esta tragedia que se sigue recordando y por muchos años" , dice Pedro Florez, habitante del municipio.