En Mañanas BLU habló Maurice Armitage, empresario colombiano quien fue secuestrado en dos ocasiones, y afirmó, fiel creyente a su propia consigna, que los colombianos “nos debemos reconciliar y perdonar unos a otros (…) creo que Colombia tiene que pasar la página de la violencia y empezar a hablar de reconciliación, perdón, entendernos y querernos”.
Su visión del conflicto en Colombia se debe a su segundo secuestro, ocurrido en el año 2007, tras el cual descubrió que su mayordomo fue cómplice de sus captores, pero en lugar de juzgarlo, Armitage se preguntó si había hecho algo malo para propiciar los motivos que llevaron a ese hombre a vender su libertad.
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De esta manera, Maurice Armitage decidió ayudar a salir de la cárcel a su empleado y el mismo confesó el crimen ante la Fiscalía, colaborando con la justicia para que los demás implicados fueran capturados.
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La emotiva experiencia de este empresario vallecaucano no fue sino el principio de una cruzada que continúa hasta el día de hoy, pues ahora trabaja con el empresariado de su departamento por la reconciliación y el perdón, algo que ve como un tema normal y cotidiano pues “si alguien que uno aprecia comete un error se debe tratar de perdonar y ayudar”.
Además afirmó que “como ser humano, siempre he creído que la reconciliación en Colombia y conseguir la paz sólo se puede lograr de dos maneras: generando empleo y mejorando la distribución del ingreso de las personas que trabajan con uno”, y añadió: “Colombia vive en este momento un hecho muy importante que es la firma de un acuerdo de paz, pero para que lleguemos a la paz todos debemos cambiar de actitud y los que más pueden ayudar a cambiar de actitud somos los que generamos empleo porque una de las cosas que más propicia la desigualdad en Colombia es la inequidad en los ingresos”.
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De esto último, pone como ejemplo a su propia compañía, en la que según él “ le hemos dado más valor a la gente que a las máquinas y es que en la medida en que desde el portero hasta el presidente de la compañía se den cuenta de las cosas buenas y malas que pasan en la compañía, se va a tener autoridad moral para, en los momentos buenos, decirle a la gente ‘aquí hay plata’; pero los industriales colombianos nunca cuentan los cuentos buenos sino los malos y no reparten los ingresos”.