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Juan Pablo II y una visita memorable para los colombianos

Juan Pablo II llegó un 2 de julio a las 3:15 de la tarde a Colombia a bordo del Boeing 767 de Alitalia. Era 1986, su viaje número 30 fuera de Italia....

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Tocaba tierra colombiana por primera vez, con su sotana blanca, y llegaba al aeropuerto El Dorado de Bogotá.

 

Al bajarse del avión, Juan Pablo II besó el suelo y dijo: “¡Alabado sea Jesucristo!”. El atleta de Dios como era conocido, por su carisma y energía para promover el catolicismo en el mundo, iniciaba su peregrinaje por Colombia.

 

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Luego, emprendió una agitada agenda que se extendería por siete días que quedarán en la historia como la semana de la paz o los días blancos.

 

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En total fueron 11 ciudades visitadas en Colombia por Juan Pablo II. Miles se acercaban para recibir su bendición. Una de ellas Armero, arrasada el año anterior a causa de la erupción del volcán Nevado del Ruiz. Allí grabo una imagen para la historia al rezar frente a una cruz por las más de 20 mil personas que murieron en la tragedia.

 

El Papa Juan Pablo II estuvo en Chiquinquirá honrando a la virgen patrona de esta ciudad

 

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En 1986 Colombia había sido severamente impactada por la violencia guerrillera y del narcotráfico. El 5 de julio, desde Medellín, en medio de su maratónica visita el Papa Juan Pablo II hizo un llamado a la paz en el país.

 

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Pero el carisma de Juan Pablo Segundo dejo marcada a toda una generación durante su visita. En Cali el sumo pontífice y hoy Santo se llevó la sonrisa de decenas de niños en su corazón.

 

Sin lugar a dudas el paso de Juan Pablo II por Colombia fue emblemático tanto para el país como para la Iglesia católica y el proceso de evangelización en el continente. Incluso, durante el papado de Benedicto XVI, la visita del pontífice fue altamente resaltada.

 

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Juan Pablo II estuvo tan solo una semana en Colombia pero realizó grandes misas y oraciones. Su presencia fue revitalizante para los feligreses, que no veían desde hacía 18 años a un Sumo Pontífice. Se despidió en Barranquilla, después de haber estado en la Plaza de la Paz, y dejó un halo de armonía y esperanza.

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